Un comercio del barrio de Caballito se reinventó para sobrevivir a la cuarentena. Luego de un mes sin poder abrir, tres hermanos encontraron la manera de generar ingresos para cubrir los gastos y pagar los sueldos de sus empleados.
La cuarentena obligatoria, impuesta por la pandemia de coronavirus desde mediados de mazo en la Argentina, llevó a que los comerciantes no esenciales tengan que bajar sus persianas. Algunos pudieron reactivar sus actividades con el pasar de los días, pero otros aún no están habilitados. Este es el caso de un pelotero de Caballito que se convirtió en una verdulería.
“No esperábamos estar con esto pero no nos quedó otra que reinventarnos y poder sacar esto adelante. Nos cuesta, día a día le vamos poniendo todo el sacrificio con mis hermanos y los animadores”. Fueron las palabras de Alexis, dueño del salón de fiestas.
Este salón de eventos, ubicado en Nicasio Oroño al 1400, se inauguró en octubre de 2019. Lo armaron a lo grande: con inflables, un toro mecánico, una pared para escalar, una pista de scalextric, sector para padres y parrillas. Pero, en menos de cinco meses, lo tuvieron que cerrar.
“Hubo muy pocas fiestas”, reconoció el hombre, que lleva adelante el lugar junto a sus dos hermanos, Leonel y Damián.
Cerrados y a la espera de novedades, estos pequeños empresarios recibieron las boletas de los servicios y entendieron que si no hacían algo se iban a fundir. “De alquiler tenemos 80.000 pesos, de luz 22.000 y de agua otros 10.000”, contó el encargado del lugar.
Como tenían contactos en el Mercado Central, a los hermanos se les ocurrió poner una verdulería, pero montaron algo mucho más grande. Comenzaron a hacer promociones y a comercializar frutas, verduras, fiambres, panificados, productos de granja y de limpieza.
“La gente necesita no salir de la casa y nosotros acompañamos también desde nuestro lado, tratando de ofrecerles todo lo que puedan necesitar”, señaló Alexis.
Los consumidores no tardaron en llegar. “Nos apoyaron por las redes sociales porque tenemos muchos clientes de los otros salones de fiesta. Este es nuevo pero los demás tienen más de 20 años, hace mucho que estamos en el mercado. Así pudimos llegar a juntar la gente como para ir subsistiendo”, detalló el pequeño empresario.
Como la ganancia no les alcanza para tener stock y los alimentos que venden son perecederos, los hermanos van a reponer mercadería todas las mañanas.
“Con eso les vamos pagando por día a los chicos para que se puedan mantener”, contó Alexis en referencia a sus empleados, que antes trabajaban como animadores y ahora se adaptaron a la nueva realidad. “Tienen muy claro que lo hacemos para salir adelante todos“, aseguró.
Sin embargo, no dejan de lado su gusto por sacarle una sonrisa a los chicos. Para eso, todos sábados y domingos, días en que se habilitó la salida para menores de 16 años, ellos se disfrazan y atienden el local en personificados como los ídolos infantiles.
Más allá de que su nuevo proyecto está funcionando muy bien, Alexis, Leonel, Damián y sus empleados saben que es algo provisorio y esperan con entusiasmo el regreso de los eventos. “La gente que alquiló el salón por el momento dejó todo congelado”, explicó el empresario, que afirma que en cuanto los autoricen van a estar preparados “con todos los protocolos” para seguir animando a los chicos.