Parecería ser que se está avanzando en el traspaso de la Policía Federal al ámbito de la ciudad. Esto se presume dada las reuniones entre funcionarios nacionales y porteños para el traspaso de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.
Si bien las primeras conversaciones no se dieron a publicidad, según trascendidos, de las mismas participaron funcionarios de los gobiernos nacional y porteño, y hombres cercanos al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Se sabe que la conversación giró sobre la transferencia de los 14 mil efectivos que integran la poderosa Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Policía Federal, de la que dependen, entre otras áreas, las 48 comisarías de la Ciudad.
La mayoría de los miembros de Seguridad Metropolitana cumplen funciones en las seccionales porteñas. Pero además, dentro de la órbita de Seguridad Metropolitana se encuentran la Guardia de Infantería; Investigaciones; Bomberos; la División Comando Radioeléctrico; la División Reuniones Públicas y Seguridad en el Deporte; la División Análisis de Eventos Deportivos y Públicos; Defensa Civil, y personal dedicado a tareas administrativas.
La importancia de la Superintendencia está dada porque es la encargada de manejar la seguridad de la calle y, por ende, la integra un gran número de efectivos.
Hay que destacar que toda la Policía Federal cuenta con alrededor de 37 mil efectivos, con lo cual, si se realiza el traspaso de Seguridad Metropolitana a la Policía de la ciudad, se contaría con dos fuerzas con la misma cantidad de miembros y, por consecuencia, el mismo poderío.
Otro dato relevante del traspaso y que es uno de los puntos centrales de las charlas entre funcionarios kirchneristas y macristas, es la transferencia de la Nación a la Ciudad de los 800 millones de pesos anuales para lograr el óptimo funcionamiento de la Superintendencia en cuestión.
“Las reuniones van bien pero se ponen lentas cuando se habla del financiamiento de la fuerza. Los K no quieren hacerse cargo del financiamiento a pesar de que les corresponde a ellos, ya que el traspaso se debe hacer con el dinero o no sirve para nada. Hasta ahora, en los encuentros aceptan aportar solo la mitad de los 800 millones”, manifestó un político de PRO que participó de las reuniones.
Desde los despachos del Ministerio del Interior de la Nación, se defienden de la acusación macrista. “Ellos tienen que aportar algo, no podemos pasarles toda la estructura, las comisarías y las divisiones anexas que funcionan a la perfección sin que ellos ayuden en nada. De esa manera, le estamos armando la policía nosotros y el PRO no pone nada,”,
Dentro del ámbito del Gobierno de la Ciudad, el hombre que se encarga de encabezar el nuevo plan de lo que será la nueva Metropolitana es el ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro. El funcionario macrista, junto a un grupo muy reducido de colaboradores, ideó el nuevo organigrama de lo que sería la nueva policía porteña con el traspaso de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.
“La nueva organización de la fuerza no es nada sencilla ya que los efectivos que manejan las cuatro Superintendencias (Seguridad Pública y Comunitaria; Investigaciones; Comunicaciones, y Desarrollo Policial), a los que se suman los comisionados generales y los comisionados mayores, la mayoría de ellos ex federales, no quieren perder sus lugares de poder y nadie les aseguró hasta ahora cómo sería el futuro si finalmente se concreta el traspaso de Seguridad Metropolitana a la órbita del Gobierno porteño.
Las primeras semanas de septiembre, Montenegro le presentó el nuevo plan a Macri pero hasta el momento no hubo respuesta a los cambios que planteó”.
El avance de Montenegro en este sentido estaría relacionado con que finalmente su ministerio no sería dividido en dos y él quedaría como la autoridad máxima a nivel político de la nueva policía.
“Guillermo quiere el control total de la Metropolitana en caso de que se realice el traspaso de la Federal, y para eso incidirá en el nombramiento del nuevo jefe de la fuerza, ya que es casi un hecho que Eugenio Burzaco no seguirá al frente. Además, elegirá a los encargados de manejar la caja. Su idea es que un grupo de altos policías elegidos por él, se encarguen del área de compras y contrataciones”, aseguró un importante comisario de la Metropolitana.
En la estrategia para la nueva policía, ideada por Montenegro junto al auditor externo de la PM Gustavo Morón (hombre que trabaja en la campaña duhaldista), el ex comisario general de la Federal Horacio Giménez sería el nuevo jefe de la policía porteña.
Algo que todavía deberá contar con la aprobación del actual subjefe de la fuerza, Miguel Ciancio, y de los superintendentes de mayor peso, pero que en las cercanías del ministro de Justicia y Seguridad dan como un hecho.
Sin embargo, el posible jefe sería una traba en la relación entre la Nación y la Ciudad, ya que Giménez fue desplazado de la Superintendencia de Interior y Delitos Federales por la ministra de Seguridad, Nilda Garré, en la purga que realizó en la Federal en diciembre de 2010, cuando se hizo cargo del Ministerio, por considerarlo un hombre cercano al echado ex jefe de la Federal, Néstor Valleca.
“La gestión Valleca fue muy cuestionada por Garré y sus colaboradores, quienes acusaron a los ex capos de la fuerza de enriquecerse ilícitamente y apañar negocios ilegales, y Giménez estaba en ese grupo, aunque ahora trate de venderse ante Montenegro como un simpatizante Kirchnerista para de esa manera alcanzar el máximo sillón de la PM”, según dichos de un ex comisario inspector de la Federal.
Otros de los uniformados que tendrían poder dentro del nuevo organigrama serían el Superintendente de Comunicaciones, Eduardo Martini; el titular de la división de Recursos Humanos, el ex comisario de la Federal Héctor Barúa, y otro ex federal , Víctor Sarnaglia, quien suena para la Dirección de Administración de Infracciones.
“Durante el paso de Barúa por la institución, prestó servicios en la Comisaría 40, en las áreas de Inteligencia, Administración y Comisarías, y llegó a ser nombrado al frente de la Superintendencia de Personal. También, se lo menciona como un hombre de estrecha confianza del ex jefe policial durante el final del menemismo, el comisario general Baltazar García. Pero eso no es todo, Barúa también mantiene una excelente relación con Palacios, con quien habría trabajado en la agencia de seguridad que el “Fino” creó luego de su paso por la Federal”.
Pero el traspaso cuenta con un obstáculo que es aún mayor: el de los jerarcas de la Federal. “Los más cercanos al comisario general Enrique Capdevila, jefe de la Federal, no ven con buenos ojos la transferencia porque se licuaría el poder de la fuerza al perder las comisarías, y con eso, el control de la seguridad callejera.